lunes, 17 de octubre de 2016

Frida, siempre Frida Kahlo


Autorretrato con pelo cortado (1940)

Luego de divorciarse de Diego Rivera, Frida Kahlo pinta este autorretrato, en 1940, que contrasta con los anteriores. En esta pintura, Frida renuncia a sus vestidos típicos, se corta el pelo, se viste con un traje de hombre y parece dejar en claro sus deseos de independizarse sentimentalmente de los hombres.

En el centro de una habitación, la artista aparece en la soledad del sufrimiento. Se ha cortado el pelo que tanto le gustaba a Diego Rivera así como se ha despojado de los vestidos típicos para cambiarlos por un traje de hombre.

La imagen de una Frida sin su cabello recogido adquiere un gran simbolismo, que acompaña con fuerza la tijera en una mano y un mechón de pelo en la otra, así como sus cabellos esparcidos por la sala.  

En lo alto, la estrofa de una canción popular mexicana: "Mira que si te quise, fue por el pelo, ahora que estás pelona, ya no te quiero." 

Frida declaró que sus cuadros eran un reflejo de su propia vida y de sus emociones. Así dijo: "Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco."


miércoles, 12 de octubre de 2016

lunes, 10 de octubre de 2016

"El hombre que amaba a los perros"

Leonardo Padura

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Leonardo Padura, escritor cubano, sale de su género fetiche de la novela policial para adentrarse con 'El hombre que amaba a los perros' en una ambiciosa y gran novela. Para muchos, tres novelas en una, la historia del exilio y posterior asesinato de Trotski, de la vida de su asesino, Ramón Mercader y la historia de Iván Cárdenas, un cubano asfixiado por el devenir del socialismo cubano que conoce, en circunstancias fortuitas, a Ramón Mercader. Los tres protagonistas tienen algo en común entre ellos: el amor por los perros.

Con una meticulosidad abrumadora sobre los datos históricos logrando adentrarnos en la atmósfera social, política e ideológica de la época gracias a un muy buen manejo del relato, Padura nos novela los últimos días de Trotski y las reflexiones que la persecución sanguinaria e incansable de Stalin le produce:

"Al releer la obra, concluida un año antes, lamentó haber dedicado demasiadas páginas a una autodefensa que comenzaba a parecerle fútil en medio del vendaval de adversidades que se cebaba con la vida y la dignidad de sus compañeros; le resultaba oportunista ese empeño por contextualizar sus desacuerdos con Lenin a lo largo de veinte años de combates y, sobre todo, se recriminó por no haber tenido el valor de reconocer, con la perspectiva benéfica o tal vez maléfica de los años, los excesos que él mismo había cometido para defender la revolución y su permanencia." [p. 67] "Por primera vez, desde le triunfo de Octubre, debieron haberse preguntado (¿alguna vez nos lo preguntamos?, le confesaría a Natalia Sedova) si era justo establecer el socialismo en contra o al margen de la voluntad mayoritaria." [p. 68]

También se pone en la piel de Ramón Mercader, el asesino de Trostki, para novelar con precisión su vida y su debacle. En él, como en Trostki, también se puede percibir el camino del compromiso entero por una causa - la revolución y el socialismo-, hasta el límite de matar y de la posibilidad de ser matado, así como adentrarnos en el desencanto y el abandono como un paria:

"El dolor y la amargura le dibujaban una caída en la comisura de los labios, cuando dijo en voz alta:

- Jo sóc un fantasma.

Respirando el aire helado, sintiendo el dolor abrasador que le subía por el brazo, otra vez aquel espectro que una vez se había llamado Ramón Mercader del Río imaginé cómo habría sido su vida si aquella madrugada remota, en una ladera de la Sierra de Guadarrama, hubiese dicho que no. [...] Ramón pensó en ese instante cuánto le habría gustado ver llegar a su lado a ese otro Ramón, el verdadero, el héroe, el puro, y poder contarle la historia del hombre que él mismo había sido durante todos esos años en que había vivido la más larga y sórdida de las pesadillas." [p. 556- 557]

Y por último, Iván, el que cuenta la historia, quién conoce a 'el hombre que amaba a los perros' (Ramón Mercader) en un playa de Cuba. Un personaje abatido por el sofocamiento de la sociedad cubana, por el desencanto de la utopía perdida, por el vaciado de la revolución:

"Pero los que no teníamos de dónde agarrarnos ni dónde robar ( Ana y yo, entre muchos otros) empezábamos a vérnoslas incluso más negras que en los años de los apagones sin fin y los desayunos a base de tisanas de hojas de naranja. Con Ana retirada anticipadamente y con mi demostrada incapacidad para la vida práctica, la soga que llevábamos no hacía más que apretarse, hasta tenernos siempre al borde de la asfixia [...]. Pero era evidente que estábamos hundidos en el fondo de una atrofiada escala social donde inteligencia, decencia, conocimiento y capacidad de trabajo cedían el paso ante la habilidad, la cercanía al dólar, la ubicación política, el ser hijo, sobrino o primo de Alguien, el arte de resolver, inventar, medrar, escapar, fingir, robar todo lo que fuese robable. Y del cinismo, el cabrón cinismo. 

Supe entonces que para muchos de mi generación no iba a ser posible salir indemnes de aquel salto mortal sin malla de resguardo: éramos la generación de los crédulos, de los que románticamente aceptamos y justificamos todo con la vista puesta en el futuro, la de los que cortaron caña convencidos de que debíamos cortarla; la de los que fueron a la guerra en los confines del mundo porque así lo reclamaba el internacionalismo proletario, y allá nos fuimos sin esperar otras recompensas que la gratitud de la Humanidad y la Historia; la generación que sufrió y resistió los embates de la intransigencia sexual. religiosa, ideológica, cultural y hasta alcohólica con apenas un gesto de cabeza [...]." [p. 487]

"Habíamos crecido viendo en cada soviético, búlgaro o checoslovaco un amigo sincero, como decía Martí, un hermano proletario, y habíamos vivido bajo el lema, tantas veces repetido en mitines escolares, de que el futuro de la humanidad pertenecía por completo al socialismo [...].  Nada sabíamos de las represiones y genocidios de pueblos, etnias, partidos políticos enteros, de las persecuciones mortales de inconformes y religiosos, de la furia homicida de los campos de trabajo [...]." [p. 488]

Así, Leonardo Padura nos narra, a través de Iván Cárdenas, el exilio de Trostki y los movimientos de su asesino, Ramón Mercader, impulsado por la mano de Stalin. Los tres personajes no sólo aman a los perros, cada uno a su manera se embarcó en la utopía de la sociedad socialista y cada uno pagó su precio por este compromiso.

No es un libro fácil de contar ni de debatir, ni de reseñar. Enorme no sólo por su cantidad de páginas sino por lo denso de la historia que cuenta, por los detalles históricos minuciosos que expone y por el detallado trabajo psicológico de los personajes acometido. No es un libro a medias, Padura va hasta el fondo y no deja a nadie indemne, ni siquiera al lector. No sólo pone contra las cuerdas uno de los ensayos humanos más complejos y esperanzadores del Siglo XX, como es el socialismo, sino que además nos enfrenta a nuestras preguntas más incómodas respecto a nuestra ideología: ¿es legítimo matar en nombre de una sociedad mejor? ¿hay una sola posibilidad? ¿cuestionarla es traicionarla? ¿es mejor que otras posibilidades?

Todo lo que diga será poco.






viernes, 23 de septiembre de 2016

Muéstrame tu biblioteca y te diré qué
lector eres.....

Mis libros

Esta es la idea de un maravilloso blog que descubrí esta semana: The Archivists, https://www.thearchivistsblog.com/archivists/ , y que coordinan Marie-Pacifique Zeltner y Valentine Spinelli. La idea es la de 'muéstrame tu biblioteca, y te diré qué lector eres...'. Así, fotografiando los interiores de las casas/departamentos de lectores pasionales y entrevistándolos sobre sus lecturas preferidas, se puede saber qué lector se es. O eso parece.

Una de mis bibliotecas

Las autoras del blog nos dicen que 'no sólo entran con interés en los diferentes universos literarios, además descubren también sorprendentes personalidades que se muestran sin pudor en su relación con los libros.' '¿Cómo viven con los libros? ¿Qué dice sobre nosotros ese libro en particular que dejamos encima de esa estantería? Al visitar el blog y cada una de las entradas, se descubre el universo ecléctico y apasionante de cada uno de los entrevistados.



Si pueden, visiten el blog, es precioso. He mirado todas las bibliotecas, los libros, todo. 

lunes, 19 de septiembre de 2016

El cuestionario de Proust y
'Shakespeare and Company'

Como suelo hacer una vez por semana, hoy he ido a caminar por Paris. Esta vez, mi recorrido era cinematográfico. Quería pasar por uno de los lugares que aparecen en la película de Woody Allen, 'Midnight in Paris'. Más concretamente, acercarme a las escaleras de la iglesia Saint Etienne du Mont, donde el protagonista (Gil) se sube al coche, después de que suenen las doce campanadas de medianoche, que lo recoge y lo transporta al París de los años veinte.

Saliendo de allí, regresé hacia el Senna y llegué a la célebre librería Shakespeare and Company, que también aparece en el film, y en la que ya he estado incontables veces. No deja de cautivarme la historia de esta peculiar librería. Ernest Hemingway o Scott Fitzerald la frecuentaban en sus orígenes y más tarde, con una posterior mudanza y cambio de propietario, los escritores de la llamada 'Generación Beat' también pasaron por allí. Así, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, Gregory Corso, William Burrougs o Jack Kerouac, la visitaron. Tratando de no desviarme del tema, en el Centro Georges Pompidou se presenta una excelente exposición sobre la Generación Beat, muy recomendable.

En fin, estaba en la librería tomando un café cuando me topé con una curiosidad literaria que decidí compartir en el blog: el cuestionario Proust

Este cuestionario era, originariamente, un famoso juego de mesa inglés de finales del Siglo XIX y principios del XX, de preguntas y respuestas. En él se contestaban una serie de preguntas personales que se guardaban en un álbum de confesiones.

El cuestionario  llegó a las manos de Marcel Proust, a través de su amiga Antoiniette Faure, y lo contestó. Un tiempo después, reescribió el cuestionario con preguntas que incitan a reflexionar sobre la vida, la muerte, el amor y la felicidad en Las confidencias de salón. Así, Proust publicó sus respuestas en este texto y así surgió este célebre cuestionario.

Segundo Cuestionario de Proust

El Cuestionario que tuve entre mis manos, y que me quedé, es una adaptación moderna del de Proust. 

Cuestionario Proust
Mi cuestionario incluye preguntas como: Cuáles son mis tres escritores favoritos, cuál es mi idea de la felicidad, qué personaje de un libro me gustaría ser, cuando miento y porqué, cuál era mi libro favorito de niña, cuál es el peor libro que leí.....y así hay 30 preguntas. 

Qué linda sorpresa literaria!






domingo, 11 de septiembre de 2016

'De qué hablo cuando hablo de correr' 

Haruki Murakami

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"Escribir honestamente sobre el hecho de correr es también escribir honestamente sobre mí" dice el escritor japonés Haruki Murakami en este libro. Así, podría decirse que el libro es "una especie de 'memorias' que giran en torno al hecho de correr." 

Pero no sólo es una memoria de su vida como corredor, sino también es una reflexión profunda e interesante sobre su actividad como escritor. Correr es una de las bases de su vida cotidiana, y lo hace bastante en serio. 

Como escribir: "Para mí, escribir una novela es enfrentarse a escarpadas montañas y escalar paredes de roca para, tras una larga y encarnizada lucha, alcanzar la cima. Superarse a uno mismo o perder: no hay más opciones."

Generalmente. se cree que los escritores llevan vidas desordenadas, poco sanas y alejados del orden. Se piensa que así, pueden romper con el orden establecido y acercarse a lo más puro y esencial, a lo más 'artístico'. Murakami nos dice que "este tópico está muy arraigado en la sociedad", pero que no es así. 

Es cierto, escribir - o más bien, el hecho artístico dirá - contiene 'agentes insanos y antisociales'. Por ello, para escribir algo potente, se necesita desarrollar un sistema autoinmune, que nos va a consumir una enorme cantidad de energía. Esta energía, según el escritor japonés,  debe obtenerse de algún lado. Para él, de correr. Aumentar esa 'fuerza física de base' es un elemento indispensable para comenzar la aventura de la creación literaria. Su teoría es que "para tratar con cosas insanas, las personas tienen que estar lo más sanas posibles."

"No soy un corredor de los buenos, pero al menos tengo una gran capacidad de resistencia." Lo mismo le sucede como escritor. Dice que no es un escritor dotado de talento natural capaz de escribir una gran novela fácilmente. Él debe "tomar el cincel y el martillo e ir picando poco a poco el suelo rocoso hasta abrir un profundo boquete; si no, no consigo llegar al manantial de la creatividad. Escribir una novela me exige malgastar mucha fuerza física."

Correr después de más de veinte años va con su carácter, es una actividad solitaria, casi antisocial. "Correr tenía algunas grandes ventajas. Para empezar, no hacen falta compañeros ni contrincantes. Tampoco se necesita equipamiento ni enseres especiales. Ni hay que ir a ningún sitio especial. Con un calzado adecuad y un camino que cumpla las mínimas condiciones, uno puede correr cuando y cuanto le apetezca."

Murakami empezó a correr en 1982, tenía 33 años. Dice, "me hice novelista por iniciativa propia. Del mismo modo, uno no se hace corredor porque alguien se lo recomiende. En esencia, uno se hace corredor sin más." Y agrega, que si quisieran grabarle un epitafio en su tumba, debería decir: 'Haruki Murakami. Escritor (y corredor). Al menos aguantó sin caminar hasta el final."

lunes, 27 de junio de 2016

'Instrucciones para capear el mal tiempo'

Paco Urondo

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En primer lugar, no se desespere y en caso de zafarrancho no siga las reglas que el huracán querrá imponerle.
Refúgiese en la casa y asegure los postigos una vez que todos los suyos estén a salvo.
Comparta el mate y la charla con los compañeros, los besos furtivos y las noches clandestinas, con quien le asegure ternura.
No deje que la estupidez se imponga.
Defiéndase.
A la estética, ética.
Esté siempre atento.
No les bastará empobrecerlo y lo querrán someter con su propia tristeza.
Ríase estentóreamente.
Mófese: la derecha está mal cogida.
Será imprescindible cenar juntos cada día hasta que la tormenta pase.
Son cosas simples, sencillas, pero no por ello, menos eficaces.
Diga hacia el costado buen día, por favor y gracias.
Y la concha de tu madre cuando lo soliciten desde arriba.
Tírele con lo que tenga, pero nunca solo.
Ellos saben cómo emboscarlo en la desprevenida soledad de una tarde.
Recuerde que los artistas serán siempre nuestros.
Y el olvido será feroz con la comparsa de impostores que los acompaña.
Todo va a estar bien si me hace caso.
Sobreviviremos nuevamente, estamos curtidos.
Cuidemos a los pibes que querrán podarlos.
Solo es menester bien pertrecharse y no escatimarnos amabilidades.
Deberemos dejar a mano los poemas indispensables, el vino tinto y la guitarra.
Sonreírles a nuestros viejos como vacuna contra la angustia diaria.
Ser piadosos con los amigos.
No confundir a los ingenuos con los traidores.
Y aún con estos, tener el perdón fácil para cuando vuelvan con las ilusiones forreadas.
Aquí nadie sobra.
Y eso sí, ser perseverantes y tenaces, escribir religiosamente todos los días, todas las tardes, todas las noches.
Aún sostenidos en terquedades si la fe se desmorona.
En eso, no habrá tregua para nadie.
La poesía les duele a estos hijos de puta.


Hoy estoy enojada, otro día más que este mundo es tan mundo. Como siempre, los de siempre siguen ganando y arrasando con todo. Parece que no hubiera tregua, y si fuera creyente pensaría que el de arriba las trae con este mundo. Pero no creo en milagros ni en seres superiores, sólo creo en las personas y en sus voluntades y en la justicia. Que espero que algún día llegue.

Como ya publiqué otra entrada con un poema del escritor argentino Paco Urondo, no entraré en detalles. Repito su frase clara: 'Empuñé un arma porque busco la palabra justa'.