miércoles, 5 de septiembre de 2012



Mi querido Oscar….

Cuando era chica, mi papá me regaló un precioso libro de cuentos para leer que todavía conservo como un tesoro. Era de Oscar Wilde y tenía ilustraciones de Soldi y el prólogo estaba escrito por Borges. ‘El ruiseñor y la rosa’, ‘El príncipe feliz’, ‘Cuento del gigante egoísta’ eran algunos entre muchos de los que leí y que nunca olvidaré. El libro era más grande de lo habitual ya que tenía muchas ilustraciones. Después, a éste le siguió uno de mis preferidos, ‘El fantasma de Canterville’, pequeña obra maestra. A pesar del paso del tiempo, de que una crece y cambia, nunca he dejado de pensar que Oscar Wilde es uno de los Grandes entre los grandes, y uno de mis escritores preferidos. Siempre vuelvo a sus libros. Releerlos no sólo significa eso, sino también hacerlo con una nueva mirada y, también, acercarme a aquella primera lectura que hice de ellos.

-No he dormido en trescientos años – dijo el fantasma tristemente, y los hermosos ojos azules de Virginia se abrieron maravillados -; en trescientos años no he dormido y estoy cansado…
Virginia se puso muy seria, y sus pequeños labios temblaron como pétalos de rosa. Se acercó a él y, arrodillándose a su lado, miró su vieja cara marchita.
-Pobre, pobre fantasma – murmuró - ¿No hay ningún lugar donde pueda dormir?
- Lejos, más allá de los bosques de pinos – respondió el viejo con una voz soñadora y baja -, hay un pequeño jardín. Allá, el pasto crece abundante y frondoso; allí, la flor de la cicuta muestra sus grandes estrellas blancas; allí, el ruiseñor canta toda la noche. Toda la noche canta, y la luna fría y de cristal mira hacia abajo, y el tejo extiende sus gigantescos brazos sobre los durmientes.
Los ojos de Virginia se llenaron de lágrimas y ocultó el rostro entre las manos.
-Se refiere al jardín de la Muerte – susurró.
-Sí, la Muerte. La Muerte debe ser tan hermosa. Yacer en la suave tierra marrón, con los pastos ondulando sobre la propia cabeza, y escuchar el silencio. No tener ayer ni mañana. Olvidar el tiempo, perdonar la vida, estar en paz. Tú puedes ayudarme. Puedes abrirme los portales de la casa de la Muerte, pues el Amor siempre está contigo; y el Amor es más fuerte que la Muerte.
“El fantasma de Canterville”

Hasta ese momento, en el que empecé a leer sola, era mi papá quien todas las noches nos contaba un cuento y nuestro personaje favorito era La liebre Felipe. Sole y yo estábamos intrigadísimas por saber dónde guardaba el libro del que salían todas esas increíbles historias donde Felipe era un gran explorador y un intrépido aventurero. Así como escalaba montañas imposibles, luego se internaba en la selva acechado por infinidad de peligros que sorteaba magistralmente o también podía tomar un té con algún personaje curioso. Mi papá es un tipo curioso y muy pero que muy cariñoso. Como Sole y yo estábamos muy intrigadas por saber de dónde sacaba todas esas historias, ya que no se nos ocurría pensar que se las inventaba, varias veces nos organizamos para dar con eso que contenía todo. Pensábamos que era imposible que todo estuviera ahí, en su cabeza, tenía que haber un libro, una caja, papeles, ¡algo! En algún momento, nuestra curiosidad por eso que tenía los cuentos guardados llegó a ser mayor que las historias que nos contaba, así que, cansado de dar tantas explicaciones al fin dio con una que podría satisfacernos, al menos por un tiempo. Mi papá nos dijo que se trataba de un librito muy pero que muy chiquitito, tan chiquitito que no podía mostrárnoslo y tampoco encontrarlo, apenas cabía entre sus dedos, y para leerlo necesitaba una lupa. Era tan chiquitito que no nos lo podía mostrar porque no sabía dónde lo tenía guardado.
—La propia muerte es un precio muy alto por una rosa roja —murmuró el Ruiseñor—, y la vida es
dulce para todos. Es agradable detenerse en el bosque verde y ver al sol viajando en su carroza de oro y
a la luna en su carroza de perlas. Es muy dulce el aroma del espino, y también son dulces las
campanillas azules que crecen en el valle y los brezos que florecen en el collado. Sin embargo, el Amor
es mejor que la vida, y, por último, ¿qué es el corazón de un ruiseñor comparado con el corazón de un
hombre enamorado?
“El ruiseñor y la rosa”

No hay comentarios:

Publicar un comentario