Javier Cercas y la broma
"A las mentes totalitarias no les gustan las bromas. Y es natural. Toda
broma auténtica presupone ironía, y toda ironía presupone que una cosa
puede ser varias cosas a la vez. Cervantes, que inventó la ironía o al
menos la convirtió en un ingrediente obligatorio de la novela, mostró
que Sancho Panza es un tonto, pero también un sabio, y que don Quijote
es ridículo, pero también heroico. Eso es la ironía: la
revelación deslumbrante de que la realidad no es unívoca, de que una
cosa puede ser una cosa y su opuesto, de que existen las verdades
contradictorias, por usar la fórmula de Isaiah Berlin. Y eso es lo que
no puede admitir el fanático: para él, las cosas sólo son lo que son y
nada más; es decir: son sólo lo que él dice que son. De ahí que odie la
ironía, el humor, las bromas (y, por cierto, las novelas, que proponen
una visión ambigua, irónica y poliédrica de lo real). Y de ahí que la
ironía y el humor suelan ser no sólo un síntoma de decencia individual
sino también de salud colectiva. Sin ironía no hay tolerancia. Y sin
tolerancia no hay civilización. Ni acaso humanidad: los seres humanos
bromean; los animales no." Javier Cercas.
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