miércoles, 14 de enero de 2015


 Javier Cercas y la broma

"A las mentes totalitarias no les gustan las bromas. Y es natural. Toda broma auténtica presupone ironía, y toda ironía presupone que una cosa puede ser varias cosas a la vez. Cervantes, que inventó la ironía o al menos la convirtió en un ingrediente obligatorio de la novela, mostró que Sancho Panza es un tonto, pero también un sabio, y que don Quijote es ridículo, pero también heroico. Eso es la ironía: la revelación deslumbrante de que la realidad no es unívoca, de que una cosa puede ser una cosa y su opuesto, de que existen las verdades contradictorias, por usar la fórmula de Isaiah Berlin. Y eso es lo que no puede admitir el fanático: para él, las cosas sólo son lo que son y nada más; es decir: son sólo lo que él dice que son. De ahí que odie la ironía, el humor, las bromas (y, por cierto, las novelas, que proponen una visión ambigua, irónica y poliédrica de lo real). Y de ahí que la ironía y el humor suelan ser no sólo un síntoma de decencia individual sino también de salud colectiva. Sin ironía no hay tolerancia. Y sin tolerancia no hay civilización. Ni acaso humanidad: los seres humanos bromean; los animales no." Javier Cercas.

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