domingo, 25 de octubre de 2015

'La verdad de las mentiras'
Mario Vargas Llosa

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Con Vargas Llosa tengo un problema, me gustan mucho sus novelas pero no me pasa lo mismo con sus columnas de opinión, especialmente las de opinión política. He intentado mucho revisar este conflicto. Con Vargas Llosa me pasa que su obra es imponente y potente, pero sus escritos periodísticos o sus conferencias políticas no sólo no me gustan sino que a veces me parecen un mamarracho. Esto me dificulta en su lectura, porque algo me hace ruido.

Con todo el 'ruido' que me causa, he elegido este texto que me gusta mucho acerca de la verdad de las ficciones. Vargas Llosa dice que "En efecto, las novelas mienten - no pueden hacer otra cosa - pero esa es sólo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede decirse encubierta, disfrazada de lo que no es. [...] Los hombres no están contentos con su suerte y casi todos quisieran una vida dsitinta de la que viven. Para aplacar - tramposamente - ese apetito nacieron las ficciones. Ellas se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener. En el embrión de toda novela bulle la inconformidad, late un deseo insatisfecho."

Porque cuando leemos novelas no somos como somos habitualmente, sino que somos todos esos otros seres que habitan la ficción. A través de la novela, argumenta, dejamos de ser nosotros para ser otros, para vivir otras vidas y otras experiencias. Este hecho enriquece nuestras vidas, porque nuestra vida real es limitada y finita, es una; en cambio las novelas nos ofrecen toda una variedad de vidas, nos ofrecen las posibilidad de "experimentar los riesgos de la libertad." Dice Vargas Llosa: "Esa es la verdad que expresan las mentiras de las ficciones: las mentiras que somos, las que nos consuelan y desagravian de nuestras nostalgias y frustraciones."

Y agrega: "Porque jugar a las mentiras, como juegan el autor de una ficción y su lector, las mentiras que ellos mismos fabrican bajo el imperio de sus demonios personales, es una manera de afirmar la soberanía individual y de defenderla cuando está amenazada: de preservar un espacio propio de libertad, una ciudadela fuera del control del poder y de las interferencias de los otros...."

Bienaventurados aquellos y aquellas que tienen el privilegio de amar esas fortalezas, ese cuarto propio de las vidas posibles.

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