‘Hablemos de Langostas' de David Foster
Wallace
“Yo tuve un
profesor que me caía muy bien y que aseguraba que la tarea de la buena
escritura era la de darles calma a los perturbados y perturbar a los que están
calmos”.
“Convertir a
alguien en ícono es convertirlo en una abstracción, y las abstracciones son
incapaces de tener comunicación vital con la gente viva. [Solamente hay que pasar un trimestre intentando
enseñar literatura en la universidad para darse cuenta de la forma más rápida
de matar la vitalidad de un autor de cara a sus lectores potenciales es
presentar a este autor de antemano como <<genial>> o
<<clásico>>].”’
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David Foster Wallace
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Este es uno de esos libros políticamente incorrectos que a mí me encantan.
Al que lo lea, lo reto a mantenerse serio durante sus 420 páginas (dependiendo
el tipo de edición) y a no balancear su cabeza en señal de asentimiento. En esta breve reseña, no voy a escribir de todos los artículos que componen este libro, hoy sólo lo haré de algunos....pero habrá más.
'Hablemos de Langostas’ (2008) es un
compilado de artículos, en los que Foster Wallace se mete con diferentes temas
y no le importa nada dejar en claro sus preferencias y, de paso, demostrarnos
su enorme capacidad de disección de la cultura norteamericana (y, por
extensión, de otras agregaría). Con su delirante sentido del humor y con su
ácida y corrosiva visión, comienza fuerte con su texto sobre los premios AVN (Adult
Video News) o lo que vendría a ser, para nosotros, los Oscars en este caso
del cine porno. "Una parte de la industria del cine para adultos de hoy
día parece una parodia torpe de Hollywood y del conjunto del país."
Le sigue 'Ciertamente el final de alguna cosa, o por lo menos eso es lo
que a uno le da por pensar' en el que aborda la obra 'Hacia el final del
tiempo' de John Updike y de quien termina diciendo que es un verdadero 'gilipollas'.
En 'Algunos comentarios sobre lo gracioso que es Kafka, de los cuales
probablemente no he quitado bastante', Foster Wallace intenta acercar a sus
alumnos el 'humor' de Kafka. "O apreciar la forma en que el humor está
entremezclado con la poderosa fuerza de los relatos". Claro que, "La
clase particular de humor que Kafka despliega es profundamente ajeno a los
estudiantes cuyas resonancias neurales son americanas. Lo cierto es que el
humor de Kafka no usa casi ninguna de las formas y códigos particulares del
entretenimiento americano contemporáneo."
Me gusta este autor porque por una vez alguien, y sin pelos en la lengua,
se mete de lleno también con algunas de las ‘vacas sagradas’ de la
intelectualidad norteamericana como Philip Roth, John Grisham o Woody Allen!!! Aquellos
que son taaaan reverenciados por la crítica. No tiene desperdicio cuando dice, en ‘El Dostoiesvski de Joseph
Frank’, que “Al terminar de leer los libros de Frank, sin embargo,
creo que cualquier lector/escritor americano serio se verá a sí mismo impelido
a pensar muy seriamente en qué es exactamente lo que hace que muchos de los
novelistas de nuestro país y de nuestra época parezcan tan superficiales y
pusilánimes en sus temas, tan moralmente empobrecidos, en comparación con Gogol
o Dostoievski. […] Parte de la explicación de la pobreza temática de nuestra
literatura incluye de forma obvia nuestro siglo y nuestra situación.[…]
Dostoievski y compañía estaban libres de ciertas expectativas culturales que
restringen gravemente la capacidad de nuestros novelistas para ser <<serios>>.”
En varios pasajes de sus escritos,
Foster Wallace arremete también contra el ‘absurdo movimiento de lo Políticamente Correcto’
cuyo ascenso ‘pone de manifiesto una
especie de ironía leninista-estalinista’ que si en su momento fueron
revolucionarios, ahora han dado paso a un movimiento inflexible ‘respaldado por amenazas de sanciones en el
mundo real (despidos, litigios) para aquellos que no obedecen.’ Al meterse
a fondo con el LPC (lenguaje políticamente correcto o, como él lo llama IPC,
inglés políticamente correcto) nos muestra en qué consiste su error: considerar
‘que el modo de expresión de una sociedad
es lo que produce esas actitudes (elitistas e injustas) en lugar de un producto
de las mismas.’ Así, el LPC ‘afirma ser el dialecto de la reforma
progresista pero de hecho – con su colocación orwelliana de los eufemismos de
la igualdad social en el lugar de la igualdad social en sí – resulta de mucho
más ayuda para los conservadores y para el estado de las cosas […] En otras
palabras el LPC actúa como forma de censura, y la censura siempre está al
servicio de las cosas.” Me causa gracia cuando hablan de ‘personas que
demandan empleo’ en lugar de decir ‘desocupados’ o ‘parados’ o, simplemente ‘sin
trabajo’. Lo mismo me sucede con los términos ‘económicamente desfavorecido’ en
vez de decir que es alguien ‘pobre’. O, ahora, el tan usado tod@s.....¿?
Dice ‘Si yo
fuera él, probablemente el término LPC me resultaría insultante: no sólo porque
es paternalista sino porque es hipócrita e interesado […]” El LPC no sólo
favorece a los conservadores y al mantenimiento del estado de cosas, sino que
afecta también a los izquierdistas y su vanidad de considerarse a sí mismos
como ‘Extraordinariamente Generosos y
Compasivos (es decir, como moralmente superiores)’[…]Resumiendo, el gran error
de los izquierdistas aquí no es conceptual ni ideológico sino espiritual y
retórico: su apego narcisista a los presupuestos que maximicen su propia
apariencia de virtud suele costarles tanto el teatro como la guerra.[…] Vivimos
en una época lingüísticamente tensa.’ Ya seguiré con más de este enorme
escritor….
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