lunes, 6 de agosto de 2012


'Una lectora nada común' 

 “-¿Pasatiempo? – dijo la reina-. Los libros no hablan de pasar el tiempo. Hablan de otras vidas. Otros mundos. En vez de querer que el tiempo pase, Sir Kevin, ojalá dispusiéramos de más. Si quisiéramos un pasatiempo, podríamos irnos a Nueva Zelanda.” [‘Una lectora nada común’; Alan Bennet]

Tengo que decirlo, el inglés Alan Bennett es el culpable del título de este blog. Con su deliciosa comedia ‘Una lectora nada común’ (2008) no sólo me dejó encantada, sino que me hizo desear más. Así, leí ‘La dama de la furgoneta’ (2004), ‘Con lo puesto’ y ‘La ceremonia del masaje’.

ALan Bennett
A través de cada uno de ellos, y sin dejar de atender al trasfondo de crítica social y política, no dejé de sonreír desde que abrí las primeras páginas. Sin lugar a dudas, mi preferido es la nouvelle ‘Una lectora…’. En éste libro, Bennett se imagina, y así lo escribe, lo que podría pasar si la reina de Inglaterra fuera “presa de una intensa, devoradora pasión por los libros.” Y ya desde sus primeras líneas se lanza al ruedo: 

                           “-Ahora que lo tengo para mí sola - dijo la reina, sonriendo a derecha e izquierda según pasaban entre la multitud relumbrante -, me moría de ganas de preguntarle por el escritor Jean Genet.
                           -Ah – dijo el presidente [de Francia]-. Oui.
                           -Homosexual y presidiario, ¿era sin embargo, tan malo como lo pintan? O, más al grano – dijo, y empuñó la cuchara de la sopa -, ¿era tan bueno?”

Y todo fue por culpa de unos perros, ¡sus perros! Ellos la acercaron a la biblioteca ambulante y como ya estaba ahí tuvo que pedir prestado un libro. 

                            “Leía, por supuesto, como todo el mundo, pero el gusto por los libros era algo que dejaba para los demás. Era un hobby, y la naturaleza de su trabajo entrañaba no tener hobbies. […]No. Las aficiones suponían preferencias y había que evitar las preferencias: excluían a la gente. No tenía preferencias.” 

Y una vez que devolvió uno, sacó otro, y otro, y otro. Cada día que pasaba, la reina leía más. La lectura la absorbía y eso hacía que ella fuera perdiendo interés en todo lo otro que siempre había hecho. A través de los libros, podemos ver cómo se va operando un gran cambio en la reina gracias al placer subversivo de lectura. Y este cambio, no será bien visto por todos, especialmente en los círculos reales. Incluso ella, algunas veces…
                            “deseaba no haber abierto un libro y entrado en otras vidas. La había echado a perder. O al menos la había echado a perder para su oficio.”[…[] “Pero las dudas que tenía y las preguntas que se hacía eran sólo el principio. En cuanto cogió ritmo, el deseo de leer dejó de parecerle extraño, y los libros, a los que se había acercado con tanta precaución, se convirtieron poco a poco en su elemento.”

Bennett desarrolla con deliciosa prosa esta pequeñísima novela. El humor, en forma de comedia, es la forma que eligió el autor para escribirla. Entonces ¿qué pasaría si la reina de Inglaterra no hubiera descubierto el vértigo de la lectura?

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