'Sueños en el umbral'
'Cuando te ves atrapada, desvalida tras los muros, sueñas con escapar. Y la magia surge cuando entiendes ese sueño y haces que las fronteras se desvanezcan. Los sueños pueden cambiar tu vida y, a la larga, el mundo.'
'La naturaleza es la mejor amiga de una mujer. Si tienes problemas, nada en el estanque, tiéndete en un prado o contempla las estrellas. Así cura una mujer sus miedos.'
Fatema Mernissi |
Que las mujeres han estado relegadas, o silenciadas, de la
literatura, de su práctica y de su historia no es algo nuevo. Es cierto, son
pocas, ¡poquísimas! Pero pese a todas las dificultades a las que se
enfrentaron esto no impidió que escribieran en todas las épocas. Y aún así
todavía cuesta que se acepten sus producciones.
¿Hay algo tal como la literatura femenina o simplemente deberíamos
hablar de una literatura escrita por mujeres? Bien, a nuestro primer
interrogante, muchos responden que no existe una literatura femenina, lo que
existe es buena o mala literatura independientemente del género de quien la
realiza. Aunque los criterios empleados para realizar dicha demarcación aún hoy
no están del todo claros. La respuesta a nuestro segundo interrogante es más
sencilla y obvia: existe una literatura escrita por mujeres.
También es cierto que el uso del concepto ‘femenino’, en lo
que ha literatura respecta, no goza, ni ha gozado, de prestigio. Ya que se
suele asociar la idea de ‘literatura femenina’ con lo sentimental, con lo
personal o autobiográfico o con la novela rosa. Aunque bien mirado, ¡qué más
da! ¡Qué escriban las mujeres!
A mí me gustan los libros escritos por mujeres. Como
dice Virginia Woolf, “Me gusta su falta
de convencionalidad. Me gusta su entereza. Me gusta su anonimia.” Y
este es el caso de uno que me ha gustado muchísimo ‘Sueños en el umbral: memorias de una niña del harén’ [1994], de la
escritora y socióloga marroquí Fatema Mernissi (Premio Príncipe de Asturias de
las Letras 2003).
En este libro, Mernissi nos relata, a camino entre la
imaginación y la realidad, en la voz de una niña, su infancia en un mundo cerrado
de mujeres: el harén. Un mundo delineado por fronteras, la hudud. En este mundo, Fatema cuenta sus vivencias y experiencias,
las de su madre y sus abuelas –especialmente Yasmina, o Lalla Mani -, las de
algunas de sus tías – Habiba - y primas – Chama o Malika -. En su relato, nos
transporta a la vida de estas familias marroquíes, con sus tradiciones, su
lenguaje y su cultura.
Siempre indagando, a veces junto a su primo Samir, y otras
muchas sola, acerca de esto que llaman el harén. Lugar del espacio privado
donde las mujeres permanecen encerradas, y donde están aisladas – salvo por una
radio clandestina a la que recurren – del mundo exterior, pero sin dejar de
saber qué pasa en él.
¿Qué es un harén? Se pregunta la pequeña Fatema; ¿es que
siempre ha habido harenes? , ¿qué diferencia al harén de Fez – el suyo - del de
su abuela Yasmina? “Siempre que intentaba
averiguar más sobre la palabra ‘harén’, se producían encarnizadas discusiones.
No había más que pronunciar la palabra y empezaban a correr los comentarios
mordaces. […] Cuando alguien quería iniciar una guerra en el patio, no tenía
más que preparar el té, invitar a unas cuantas personas a sentarse, pronunciar
la palabra ‘harén’ y esperar media hora o así.” [p. 46]
Hay diferentes fronteras, nos dice, y éstas inevitablemente
trazan una línea de poder, porque “dondequiera
que haya una frontera, hay dos clases de criaturas que caminan por la tierra de
Alá. De un lado los poderosos; y, de otro, los impotentes. Pregunté a Mina cómo
sabría yo en qué lado estaba. Su respuesta fue rápida, breve y clarísima: -Si
no puedes salir; estás en el lado de los impotentes.” [p. 250]
Sin embargo, y a pesar de las fronteras, del encierro y de
los conflictos, la vida podía llegar a ser agradable, “en especial porque todo iba acompañado de hanan, una cualidad emocional
marroquí […] que básicamente consiste en
una corriente de ternura que fluye con naturalidad, despreocupada y siempre
disponible.” [p. 23]
En el harén de Fatema, y en el día a día, las mujeres
transitan por la imaginación, la lucidez y la solidaridad, así como también producen
pequeñas subversiones cotidianas al orden establecido: representan obras de
teatro, cuentan cuentos, hablan, discuten, bailan, bordan y cantan. En todas
estas historias, las mujeres construyen sus propias alas para así poder salir
libremente del harén. Esta idea, recorre el libro y la vida y experiencias de sus
protagonistas: las mujeres del harén de Fatema no se resisten a perder su
libertad o la de sus niñas. A través de las palabras, las mujeres construyen
sus alas para poder saltar las fronteras y poder emprender una vida en
libertad.
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